14 noviembre 2010

ley y regla en el proyecto arquitectónico. conferencia vicente vidal



lección magistral impartida por el profesor Vicente Vidal el 4 de octubre en la ETSAV

28 noviembre 2008

Adolf Loos: contra el proyecto

Pocas figuras de la arquitectura contemporánea
han permanecido tan irreductibles como Adolf
Loos a cualquier intento de asimilación a las
líneas principales de ésta. Cuando se considera
la totalidad de su producción teórica, que no
consta propiamente de ningún libro sino de
algunos ensayos, en su mayoría célebres pero
esporádicos, y de una infinidad de artículos y
conferencias aparecidos en los más diversos
medios periodísticos, aparece con nitidez hasta
qué punto las formulaciones de Loos fueron
ajenas y en gran medida contrapuestas, por
ejemplo, a los postulados formativos de la
arquitectura moderna haciendo incomprensible
su papel de precursor. En tal sentido, lo que
resalta como más evidente es su frontal rechazo,
expresado en comentarios como aguijones, de las
intenciones y del mundo de valores de las
vanguardias históricas y de algunos de sus
principales representantes. Pero aún aquella
crítica que, como la Tendenza italiana con Aldo
Rossi a la cabeza, ha considerado esta ajenidad
de Loos al ideario de la arquitectura moderna y
ha hecho de ella, casi podría pensarse, su gran
atractivo, no ha podido evitar una cierta
incomodidad frente al pensamiento del arquitecto
vienés. Incomodidad en gran medida cultivada
por él, pero no por ello menos efectiva.
Parte de esta incomodidad, entiendo, se debe al
constante desmontaje y anulación de una
categoría central para la arquitectura moderna:
la idea de proyecto, en todas las acepciones que
ésta palabra tiene dentro del campo de la
arquitectura. Efectivamente, a lo largo de toda
su producción escrita y cualquiera sea su
interlocutor, Loos realiza una operación que va
a llevar hasta sus últimas consecuencias su
intención de concebir a la arquitectura y al diseño
moderno extirpando de ellos casi por completo
toda noción de proyecto. Esta crítica radical a la
idea de proyecto no reconoce en su obra una
formulación precisa, no se encuentra desarrollada
en su especificidad, sino que su eficacia reside
justamente en su punzante dispersión, apareciendo
y reapareciendo en sus escritos una y otra
vez, desplegándose en múltiples facetas.
TEXTO COMPLETO EN http://www.scielo.cl/pdf/arq/n48/art17.pdf

25 noviembre 2007

La última lección griega



La última lección griega / Last Greek lesson

Viajar por Grecia siempre tiene algo de iniciático, es como un nuevo bautismo en una cultura que siendo común y primigenia, el tiempo, la distancia, los ritmos, el idioma, le han adherido tantas cosas a la versión recibida por nosotros, que hacen particularmente atractiva la relectura desde el lugar. Al visitarla de nuevo: las formas y sus ruinas, la luz, la materia y el espacio, todo aquello que se ha ido forjando en la mente por la lectura y la imaginación, hacen que la realidad tome un sentido y una dimensión distinta.

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artículo completo [aquí]
publicado en VIA-arquitectura 017 por Miguel del Rey

18 noviembre 2007

_la metrópolis y su reflejo en el arte y la arquitectura

algunos resultados

de marina bernardo, carlos luengo y juan vicente vidal


de ana conchan


ejercicio de clase de proyecto final de carrera

26 septiembre 2007

ciudad y territorio: límites e infiltraciones

Cuando la familia Benlloch cierra su actividad y su manera de vivir, por derribo de sus alquerías en la huerta de Patraix, hemos perdido, más que unas casas, un paisaje estructurado desde un sistema de producción agraria, construido a lo largo de siglos y que ha modelado el territorio.

Un paisaje producto de la superposición de capas de historia y de cultura, hoy en proceso de transformación acelerada, y quizás también hacia horizontes de bienestar material, podríamos decir casi irrenunciables, pero no incompatible con nuestra identidad ni nuestra memoria. Precisamente sociedades como la nuestra, con un nivel de vida y de cultura determinados, son aquellas que se pueden permitir compatibilizar desarrollo e identidad, transformación y permanencia. Sólo la miseria es razón para aferrarse a la supervivencia perdiendo el carácter y la cultura almacenada en siglos de esfuerzo colectivo.

Para huir de esa miseria que observamos en los procesos de crecimiento de nuestra ciudad, hemos de cambiar y procurar nuevos sistemas estructurantes que acaben con aquel dilema antagónico entre ciudad y territorio. En particular cuando se trata de colmataciones del suelo en sus bordes, de absorciones de bolsas de huerta englobadas en la propia metrópoli, o de la construcción de barrios o colonias que expanden la ciudad con determinada “ideología” urbana, como la poco afortunada Sociópolis.

La construcción de la ciudad, en este caso de la metrópolis valenciana, que por determinados imperativos se está desarrollando sobre un territorio de gran valor cultural, tiene la suerte y la desgracia de ser realizada por una sociedad como la nuestra; una sociedad acelerada, manirrota, descompensada entre los intereses privados y los públicos, pero capaz por sus medios económicos, técnicos y materiales de resolver de manera más ajustada un proceso que se ha ido ya de las manos, pero que en cualquier caso siempre podremos reconducir parcialmente si entendemos que nuestra intervención se realiza sobre un territorio ya construido, y que en dicha intervención de definir formas que permitan la lectura del pasado en un mundo con perspectiva de futuro. Hemos de dejar aparte la soberbia contemporánea y entender nuestro momento histórico como un episodio acotado en una larga trayectoria; pero un episodio que, por su intensidad y amplitud, es capaz de borrar las huellas de todo aquello que ha hecho que lleguemos donde estamos, incluso que hemos sido en Europa uno de los paisajes físicos y humanos más atractivos en la relación ciudad y territorio. Continuar con este proceso depredador puede llevarnos a perder nuestra identidad, y que nos convirtamos en una ciudad potente, grande, pero impersonal: sustituible en el fondo.

Quizás nuestros políticos no deban sólo oír la voz de los grupos de presión de las urbanizadoras y escuchar lo que es un clamor: la crisis de nuestros paisajes, la crisis no sólo en la forma de nuestro territorio, la crisis de los sistemas de producción agraria que han generado unos paisajes y un medio físico y humano envidiable, todo ello por un desequilibrio circunstancial sobre el cual insisten estas personas, sólo para aumentar sus ya escandalosos beneficios. Crisis que puede afectar además a amplios sectores económicos de nuestra sociedad y nos puede llevar a una situación de insostenibilidad económica y social de un modelo ya experimentado en otras sociedades que pasaron anteriormente este sarampión.

Una ciudad como la nuestra, con el potencial humano, económico y paisajístico que tiene, no se merece la vulgaridad. Creo que aún es capaz de reaccionar y buscar por senderos fecundos las posibilidades de crecer de manera civilizada, de configurarse como lo que puede ser, una gran metrópoli en un lugar envidiable. Compaginando crecimiento, transformación y permanencia, lo cual no sólo debe ser una vocación ciudadana, sino una meta de nuestras eficaces empresas constructoras y urbanizadoras, a la cual deban aplicar sus buenos medios técnicos, que los tienen, y a través de su actividad sacar un adecuado beneficio económico y generar empleo.

Quizás los modelos de crecimiento han de revisarse. La planificación fecunda, aprobarse; frente a tanta ley paisajística, mejor sería aprobar Planes de Acción Territorial técnicamente bien resueltos y por lo tanto con visión histórica y de futuro. Entender que muchas de nuestras ciudades tiene unos límites difusos que hacen que el concepto metropolitano prive sobre el municipal, cuestión que los políticos debieran abordar sin más dilación y sin miradas localistas. Pero ante todo prever sistemas formales de crecimiento que permitan el juego suficiente para saber valorar en cada momento cual es la ley más atractiva en cada caso, sin dar por supuesto que la ley de lo “urbano” es más atractiva que la ley del propio territorio donde se inserta. Procurando siempre dar valor a la ley de la tierra frente a la ley del suelo.

Frente a modelos repetitivos y en gran parte caducos que definen las periferias, quizás sería más atractivo trabajar con sistemas de infiltración entre ciudad y territorio, o incluso al revés, del territorio en la ciudad, sin condiciones previas, buscando la mejor arquitectura en un diálogo fecundo entre lugar, necesidad y tecnología. Infiltraciones espaciales y arquitectónicas que siguieran las líneas del territorio, se adecuaran a la topografía y a la geometría de la parcelación agraria como sistema estructurante del propio territorio, allí donde este sistema es más potente y atractivo que el generado desde la propia ciudad. Estas infiltraciones tendrían en consideración caminos históricos, líneas de acequias, barrancos y perfiles del paisaje. Propuestas que permitan compaginar lógica urbana con lógica rural, en una simbiosis donde ambos sistema salgan beneficiados.

Estos sistemas de infiltración entre ciudad y territorio, pero sobre todo la valoración de nuestro patrimonio, hubieran tenido en consideración valorar parte de nuestra cultura rural en un diálogo fecundo con la ciudad, como pudiera ser en el caso de Patraix conservar y valorar la esplendida alquería dels Frares, tan solicitada su restauración por el vecindario de uno de los barrios más poco dotados de elementos singulares y dotacionales.

Una nueva manera de entender las relaciones entre ciudad y territorio, permitiría que la familia Benlloch, como las muchas familias Benlloch de Alboraia, de Foyos, de Torrent, de Paterna, de La Torre, pudieran conservar sus sistemas productivos en una estructura metropolitana que compagine bolsas agrarias, que permita sistemas de infiltración entre lo rural y lo urbano. Es posible, solo hay que cambiar el chip, buscar buenos profesionales, intentarlo y sobre todo hacer oídos sordos a determinados consejos e intereses. Aunque quizás hay otra solución..... llamar a Al Gore para que venga y nos lo diga. Su visita puede tener un valor mediático, los santos de lejos hacen más milagros.

artículo de Miguel del Rey publicado en Las Provincias el 22 de julio de 2007

01 julio 2007

La buena arquitectura lleva implícito el ser sostenible

extracto de la entrevista a Eduardo Souto de Moura por a. zabalbeascoa
publicada en Babelia el 30/06/2007

R. Es un problema de malos arquitectos. Los malos arquitectos se organizan siempre con temas secundarios. Dicen cosas del tipo: la arquitectura es sociología, es lenguaje, semántica, semiótica. Inventan la arquitectura inteligente -como si el Partenón fuese estúpido- y ahora, lo último es la arquitectura sostenible. Todo eso son complejos de la mala arquitectura. La arquitectura no tiene que ser sostenible. La arquitectura, para ser buena, lleva implícito el ser sostenible. Nunca puede haber una buena arquitectura estúpida. Un edificio en cuyo interior la gente muere de calor, por más elegante que sea será un fracaso. La preocupación por la sostenibilidad delata mediocridad. No se puede aplaudir un edificio porque sea sostenible. Sería como aplaudirlo porque se aguanta.